Empezamos un nuevo mes y consideraba oportuno iniciarlo con algún escrito ya que, hace tiempo, por cuestiones de salud, no me he sentado a escribir. El interminable rollo de papiro digital ha descansado , aunque los bosquejos mentales siempre están latentes en alguna parte de los pensamientos. En esta oportunidad, quiero compartirles un fragmento de un libro que estoy leyendo y que me parece bueno entregárselos: “Por gracia recibisteis, de gracia daréis”(Mateo 10:8)
El título de hoy parece envuelto en recursos de lectura y comprensión más allá de su significado literal, pero me lleva a pensar graciosamente en cuánto renegamos y nos preguntamos en los años de escuela, sobre la, aplicación práctica, lo difícil y engorrosas que son las matemáticas para quienes no nos resulta fácil resolver la ecuaciones.
En este caso, la hipótesis plantea que “la vida consiste en amar”.
La tesis que revelará el resultado está en la página 131 de un libro de Rick Warren, que dice:
“En esto consiste el amor: en que pongamos en práctica sus mandamientos. Y éste es el mandamiento: que vivan en este amor, tal como ustedes lo han escuchado desde el principio” 2 Juan 1:6 (NVI)
Como Dios es amor, la lección más importante que quiere que aprendamos en esta tierra es cómo amar. El amor es el fundamento de todos los mandamientos que nos ha dado, porque cuando amamos, más semejantes somos a Él.
Aprender a amar desinteresadamente no es una tarea sencilla. Es contraria a nuestra naturaleza egocéntrica. Por eso contamos con toda una vida para aprender a amar.
Pedro nos dice que “debemos mostrar un amor especial por el Pueblo de Dios” (1 Pedro 2:17 NVI). Pablo hace eco de este sentimiento; “Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10 NVI).
Dios quiere que su familia sea fundamentalmente conocida por el amor que manifiesten entre sí. Jesús dijo que el amor de los unos a los otros y no nuestras creencias doctrinales, sería nuestro mayor testimonio al mundo: “De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros” (Juan 13:35 BAD).
En el cielo disfrutaremos de la familia de Dios para siempre, pero primero debemos realizar un trabajo difícil en la tierra, como preparación para una eternidad de amor. Dios nos entrena dándonos “responsabilidades familiares”. Él quiere que tengas una comunión estrecha y regular con otros creyentes para desarrollar la práctica del amor. El amor no puede aprenderse en aislamiento.
El amor no es una buena parte de tu vida; es la parte más importante. La Palabra de Dios declara: “¡Que el amor sea para ustedes la más alta meta!” (1 Corintios 14:1 BAD).
No basta con decir “Una de las cosas que quiero en esta vida es amar”, como si el amor fuera uno de los diez objetivos principales que tenemos. Las relaciones tiene prioridad sobre todo lo demás: UNA VIDA SIN AMOR NO TIENE SENTIDO. Pablo dice: “No importa lo que diga, lo que crea o lo que haga, sin amor estoy en quiebra” (1 Corintios 13:3 PAR).
En ocasiones nos conducimos como si las relaciones fueran algo que conseguimos introducir en nuestros planes. Hablamos de hallar tiempo para nuestros hijos o de hacer tiempo para las personas en nuestra vida. Damos la impresión de que las relaciones son apenas una parte de nuestra vida, junto con tantas otras preocupaciones.
Cuatro de los Diez Mandamientos se refieren a nuestra relación con Dios, mientras que los seis restantes tratan de nuestra relación con las personas. Pero LOS DIEZ TIENEN QUE VER CON RELACIONES.
Jesús resumió lo que más le importa a Dios en dos afirmaciones: amar a Dios y amar a los demás. Dijo: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón…” Este es el primero y más grande de los mandamientos. El segundo es parecido: “Ama a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40 BAD).
El sentido de la vida es aprender a amar: a Dios y a las personas. El resultado de la resta (sustracción) entre “vida menos amor” es igual a cero.
El amor deja un legado. El impacto más perdurable que puedes dejar en la tierra es el trato que tuviste con las personas, no tu riqueza o tus logros. En su momento, Dios no nos pedirá que le contemos sobre nuestra carrera profesional, cuenta bancaria y pasatiempos, sino que revisará cómo tratamos a otras personas, en especial a los necesitados (Mateo 25:34-46). “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40 RVR60).
El tiempo es el regalo más preciado que tenemos porque es limitado.. Podemos producir más dinero, pero no más tiempo. Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos recuperar. Nuestro tiempo es nuestra vida. El mejor regalo que le puedes dar a alguien es tu tiempo.
No es suficiente decir que las relaciones son importantes; debemos demostrarlo en acciones, invirtiendo tiempo en ellas. Las palabras por sí solas no valen: “Hijos míos, no solamente debemos decir que amamos, sino que debemos demostrarlo por medio de lo que hacemos (1 Juan 3:18 PAR). Las relaciones exigen tiempo y esfuerzo. Amor se deletrea así: “T-I-E-M-P-O”.
La esencia del amor es cuánto entregamos de nosotros mismos. Siempre que dediques de tu tiempo, estarás haciendo un sacrificio y el sacrificio es la esencia del amor: “Estén llenos de amor hacia los demás; sigan en esto el ejemplo de Cristo, quien nos amó y se entregó en sacrificio a Dios por nosotros” (Efesios 5:2 BAD).
Es posible dar sin amar, pero no se puede amar sin dar. “Tanto amó Dios al mundo que dio…” (Juan 3:16 a).
Amar es entregarse, dejar de lado mis preferencias, comodidad, objetivos personales, seguridad, dinero, energía y tiempo para el beneficio de otra persona.
“Siempre que tengamos oportunidad, hagamos bien a todos (Gálatas 6:10 BAD); hagamos el bien “aprovechando cada momento oportuno” (Efesios 5:16 PAR). “No niegues un favor a quien te lo pida, si en tu mano está el otorgarlo. Nunca digas a tu prójimo: “vuelve más tarde; te ayudaré mañana”, si hoy tienes con qué ayudarlo” (Proverbios 3:27 PAR).
¿Por qué este es el mejor momento para expresar nuestro amor? Porque no sabemos cuánto tiempo tendremos esta oportunidad.
El mejor uso que le podemos dar a nuestra vida es amar. La mejor expresión de amor es el tiempo. El mejor momento para amar es ahora.”
Al transcribir y elaborar este texto invertí 01:22:16 hs de tiempo cronometrado, más varios minutos del día en que estuve pensando cómo plasmarlo. Hoy te visité, conversamos, compartimos algo y nos mensajeamos cuando tuvimos oportunidad. Es tiempo que he dedicado a ti.
Tal vez, no llegué a hacerlo hoy contigo de la misma manera que con quién estuve y te pido perdón por ello. Trataré de enmendar lo ocurrido, pero de todas maneras, ten presente que estás en mis oraciones. De todos modos, finalizo haciendo referencia a uno de los fragmentos del libro que me acompaña:
“Con esto en mente, cuando nos despertemos todas las mañanas, y nos arrodillemos o nos sentemos en el borde de nuestras camas, oremos: “Dios, haga lo que haga hoy, quiero asegurarme de dedicar tiempo a amarte y a amar a los demás: mi vida consiste en eso. No quiero desperdiciar este día”.
Que hoy sea el más bendecido y amado de tus días. Abrazote enorme de tu hermano en Cristo que te ama. Siempre.
Texto Original:
Warren, Dick. Una vida con Propósito. Editorial Vida. 2003. Págs.131-137